Durante este período de resguardo de la población en sus casas, se ha hecho más evidente la carga emocional y física, que ha recaído sobre la mujer: doble presencia laboral, cuidado de las personas en situación de vulnerabilidad -desde la maternidad, el apoyo a personas enfermas y el vínculo comunitario hacia quienes han resultado más castigados con la cesantía y el cierre de oportunidades-; y sobre todo, las aterrantes cifras en crecimiento de la violencia de género en el hogar y las proyecciones de expertos y expertas en torno al aumento de embarazos no deseados por falta de periodicidad de la atención anticonceptiva y el aumento de violaciones domésticas. Estas son solo algunas de las situaciones que, estando exacerbadas por esta coyuntura pandémica, solo vienen a agudizar situaciones propias de violencia social sobre la mujer.